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El último día del verano

2023-06-15 12:56:58

Pablo García nos presenta un poema en el que el paisaje se confunde con la voluntad imperiosa de la existencia

Por Pablo García Mejía

 

La poesía es el destino que la humanidad ha evadido. La humanidad se ha entregado de lleno a la ciencia y a la tecnología, principalmente; se ha dejado seducir, en el mejor de los casos, por la literatura y, sobre todo, en países del llamado Primer Mundo, pues en los demás países apenas si existe la literatura. Ahí impera el hambre, el hambre física, por un mendrugo de pan. Sin embargo, la Poesía está por encima de los hombres, inclusive de los poetas.


La poesía es lo que queda de los vestigios de lo que alguna vez fueron los dioses. Después de los dioses siguen los poetas, luego la nada espiritual (las artes forman parte del espíritu poético). Sólo quedan humanos sin alma que deambulan en busca de fe, la que jamás han tenido y que esperan encontrar en templos, precisamente en donde nunca aparecerá, porque la fe reside en los corazones con alma.


Lástima que los humanos no lo saben; pero sin la Poesía nada funciona en el universo ni siquiera lo más inmediato como las máquinas computarizadas. La humanidad adora el dinero para obtener las máquinas y su poder; olvida que surgimos de una brizna del espíritu, de una equivocación en el gran sistema del cosmos, somos lo que queda de los dioses y nos comportamos, hombres y mujeres como verdaderos granujas, traidores de nuestra propia estirpe y esencia.

 

El último día del verano, es un poema que está basado en un color: el color azul turquesa que tienen los ríos de la Huasteca Potosina en donde yo nací; y también, en el sonido de un pájaro que aún se escucha en la Ciudad de México durante los días de la primavera y el verano. Después no se sabe hacía dónde dirige su canto esta ave maravillosa que sólo dice y repite con su tiu tiu tiu lo que este poeta ama a esa Diosa innombrable de la poesía; pero seguramente va a dar vida con su música a otros pájaros y otras personas o paisajes, distantes. Sin embargo, estos versos no sólo son un color y un sonido, sino, además, tiene un ritmo de torrente de cascada: atronador y sensual. O quizás, sea simplemente: un breve relámpago en la mente del otro que no soy yo, si no una deidad abandonada por los mortales en el vasto camino de las religiones.

 

Lo nuevo de este poema, ya conocido; es que se publica por primera vez traducido al idioma inglés por Marco Polo García Rojas. Es de alegrase, que, aunque el idioma, español o castellano como el idioma inglés que están tan alejados el uno del otro, hoy se acerquen tan magníficamente. Obteniendo como resultado una traducción que logra que el poema vuele con nuevas alas.

 

Cuando nacemos los humanos nos han entregado a cada ser humano una gran bolsa llena de diamantes: cada diamante es un segundo, un minuto, los de gran tamaño contienen una hora; algunos poseen grandes luces de amor y felicidad. Pero sólo está en nosotros, en cada uno: vivirlo intensamente o desperdiciarlo soltando a la alcantarilla sin saber que cada uno es único e irrepetible y que podría llenar un día: uno sólo día, como El último día del verano.

 

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EL ÚLTIMO DÍA DEL VERANO

 

Hoy se despide el verano

dice adiós y nos deja una nostalgia.

 

Pedazos de suspiros escapan

mariposas espantadas,

aplastadas por la ingratitud,

estela de recuerdos se agolpan en la mente.

 

 

 

No, no renunciaré a este fin del verano.

¡No claudicaré!

Aún soy humano,

aún soy hombre.

 

La gente de la ciudad no podrá conmigo

los amo, aunque traidores,

rapaces o mendigos

aunque supliquen o humillen

mientras una lágrima

pueda explotar de su hipócrita máscara,

mientras una sonrisa pueda explotar

en su falsa dentadura.

 

Hoy me daré una oportunidad.

Hoy les daré una oportunidad.

¿Será este verano el último,

antes de la bomba?

¿Tendrán reposo los tiranos?

Seguramente sí.

 

Hoy, arrebataré la alegría

donde quiera que esté,

tomaré la felicidad como sea

escaparé al orgullo y al ego,

tomaré mi caña de pescar

no para atrapar peces

sino besos.

 

Me iré al bar, beberé

me iré al concierto, escucharé

me iré al cine, me perderé en la pantalla,

interpretaré cualquier obra,

llevaré legumbres, frutas y flores,

 

me embotaré todos los sentidos,

cometeré todos los excesos,

daré rienda suelta al demonio mismo.

 

Al mismo Cristo le quitaré los clavos,

le abrazaré, le besaré

le limpiaré las llagas:

me lo llevaré a la cantina

y le pediré una jarra de cerveza ¡bien fría!

y sobre todo le diré que es mi amigo.   

 

Hoy, este último día del verano

no me lo pierdo por nada.

 

Hoy me perdono todos mis pecados,

arrastraré a mí a la mujer que amo,

no me importan los diarios ni la televisión:

que se vaya al diablo el tráfico y su ruido:

¡Qué se atraganten de esmog!

 

 

Este último día del verano

no lo cambio por nada

demonios que aún soy un hombre

¡aún soy humano!

 

Daré mi poca fortuna

al ciego de la entrada del Metro,

fornicaré con la puta de Garibaldi

y si es posible la amaré,

mentiré una vez más para arrancar afecto:

lo necesitó.

 

 

Juro que no lloraré

porque no tengo el árbol

donde me escondía de niño

ni la noria fría

en donde pegaba mi rostro en época de calor.

 

Quiero desgajar hasta la última gota

del último día del verano,

esta naranja me la acabo toda,

me chupo todo su jugo,

haré de cuenta que no veo

todo lo que no me gusta,

 y si lo veo, lo aceptaré

como se acepta cuando uno es tramposo.

 

 

Estas son las reglas del juego, ¿no?

 

Entonces, aguántese,

sépase que la justicia no existe:

que el amor al prójimo

es un pensamiento bonito.

 

Hoy regalaré mi alma al diablo

si es preciso

pero no quiero perder

este fin del verano,

lo puedo disfrutar

tengo las armas para lograrlo,

le quitaré lo podrido a la manzana

y me la comeré,

o a lo mejor ni eso me importe

y la trague con todo y gusanos.

 

Hoy me batiré con la muerte

si es preciso

pero este último día

no me lo pierdo,

pues soy un humano que aún siente,

pues soy un hombre que aún ama.

 

¡Qué caray!

 

*****

 

 

THE LAST DAY OF SUMMER

 

Today the summer says goodbye,

It says goodbye and leaves us with nostalgia.

 

Pieces of sighs scape

scared butterflies,

crushed by the crowd,

trail of memories suddenly get together in the mind.

 

No, I won’t quit to this end of summer.

I won’t give up!

I’m still human

I’m still a man.

 

The people of the city can´t handle me

I love them thou they are traitors,

raptors or beggars

even do they beg or humiliate,

as long as a tear

can explode from their hypocrite mask,

as long as a smile be able to explode

in their fake teeth.

 

Today I will give myself a chance.

Today I will give them a chance.

Will this be the last summer,

before the bomb?

Will tyrants have rest?

Surely.

 

Today, I will steal the joy

from wherever it is,

I will take the happiness no matter what

I will escape from pride and ego,

I will take my fishing rod

not to catch fishes

but kisses.

 

I will go to bar, I’ll drink

I will go to the concert, I’ll hear

I will go to the movies, I’ll lose myself in the screen,

I will interpret any play.

I will take vegetables, fruits and flowers,

I will saturate all of my senses,

I will commit every excess,

I will unleash to the devil himself.

 

I’ll remove the nails from Christ,

I’ll hug him, kiss him

I´ll clean his sores

take him to the canteen

ask him for a beer, dead cold

and above all I’ll tell him he is my friend.

 

Today is the last day of summer

I’ll not lose it for anything.

 

Today I’ll forgive myself all of my sins

I’ll drag to me the women I love,

I don’t care about the newspapers or television

fuck traffic and his noise

Let them choke in the smog!

 

This last day of summer

I don´t change it for anything

hell I´m still a man

I’m still a human!

 

I will give my fortune

to the blind man in the entrance of the subway

I will fuck the whore from Garibaldi

And if it’s possible I will love her

I will lie once more to rip out affection:

I need it.

 

I swear I won’t cry

Because I don’t have the tree

Where I used to hide as a child

Neither the cold waterwheel

Where I used to put my face in the heat season.

 

I want to break off until the last drop

Of this last day of summer

I will finish this whole orange

I will suck all his juice

I’ll pretend I don’t see

everything I don’t like,

and if I see it, I’ll accept it

as one accepts things when one it’s a trickster.

 

Those are the rules of the game, right?

 

Then, endure,

there is not such a thing as justice;

the love for one another

it’s just a pretty thought.

 

Today I will give my soul to the devil

If I have to

But I don´t want to lose

this end of summer

I can enjoy it

I have the weapons to make it,

I will take away the rotten of the apple

and I will eat it,

perhaps I don’t care about it

and eat it with all his worms.

 

Today I will fight with death

If I have to

but this last day

I don´t lose it,

well I´m a man that still fells

well I´m a man that still loves.

 

Goddamit!

 

 

Pablo García Mejía

 

Translated by Marco Polo García Rojas

 

 

Pablo García Mejía

 

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Pablo García Mejía, es autor de las novelas: La miseria del espíritu. Masacre del 68 y El vendedor de ataúdes. También de los poemarios: El último día del verano y Ciudad sin crepúsculos. Ha publicado, en los más diversos diarios y revistas de México: poemas, narraciones literarias, cuentos y reseñas tanto de libros como de cine; asimismo, en el ciberespacio, bajo el pseudónimo de Pavel Di Marco. También, es escritor de guiones de radio, cine y televisión. Actualmente, tiene en proceso de publicación su novela: El semidios agoniza.

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Marco Polo García Rojas, traductor inglés-español. Compositor musical bilingüe: inglés-español. Integrante de la banda de Rock:  Sueño Animal.

Revista Desocupado