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Adiós maestro, José Luis Ibáñez

2020-08-06 08:06:02

Artista, maestro, creativo. Este amante del teatro lo mismo montaba musicales de Broadway que obras del Siglo de Oro español. Forjó a un sinfín de estudiantes de teatro en México

 

 

 

Por Guadalupe Pereyra*

 

 

La muerte de un artista, por lo general, nos remite a su legado, aquel que forjó a lo largo de los años inspirando a generaciones de alumnos, seguidores y amigos. José Luis Ibáñez (Orizaba, Veracruz, 1933-Ciudad de México, 2020), como artista fue completo en su creatividad, porque disfrutaba el teatro, no importaba el género ni el grupo de actores con los que trabajaría y mucho menos si cubrían los requisitos que el público “culto” buscaba. Por eso mismo montó musicales traídos de Broadway y comedias del Siglo de Oro español con la misma soltura y rigor que lo caracterizó siempre.

Otro de sus legados, que al escribir de su fallecimiento acaecido el 4 de agosto no dejarán de comentar, fue la docencia. Como maestro en la carrera de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, José Luis Ibáñez formó a generaciones de alumnos. Defendió el programa de estudios de la carrera ante el embate de las nuevas corrientes que dentro de la misma universidad dividieron los estándares académicos entre los anquilosados y los renovadores. Él siguió los pasos de la tradición estimulando a los estudiantes por profundizar en los estilos, formas y géneros. Y así como ensañaba a decir el verso en el Teatro del Siglo de Oro, se enfrentaba a los musicales de Broadway.

En este recuento de cualidades muy pocos escriben del ser humano, del personaje que deambula en un ambiente de egos exacerbados mostrando al mundo su valía a través de acaparar los reflectores. José Luis Ibáñez, no es que fuera tímido, si te acercabas a entrevistarlo aceptaba siempre con una sonrisa. No buscaba la fama, más bien buscaba realizar lo que le gustaba: dirigir teatro y enseñar.

Para aquellos “puristas” del teatro, que Ibáñez dirigiera un musical, era visto como si hubiera profanado el Olimpo. A veces, ingenua o ignorante, nos creímos esos criterios y llegábamos a la entrevista con la intención de someterlo a un juicio sumario, “por qué maestro usted en un musical”. José Luis Ibáñez no mostraba asombro alguno, al contrario, sonreía y con la generosidad que lo caracterizó ofrecía no una entrevista, una clase sobre el género musical y entonces agradecida una terminaba admirándolo. La noche del estreno te enfrentabas a todo un espectáculo atenta a lo que acontecía en el escenario, pero con otros ojos. También hay que agradecerle al maestro su sentido del humor. Porque sus charlas eran eruditas y festivas.

Ha muerto José Luis Ibáñez y espero que la legión de alumnos que formó a lo largo de los años como maestro continúen con su legado: hacer un teatro honesto y comprometido con la calidad.

Ibáñez fue alumno de la primera generación de Teatro de Filosofía y Letras de la UNAM en 1954. Formó parte de Poesía en voz alta, junto a Octavio Paz y Carlos Fuentes. Montó obras como Isabel e Inglaterra, de Bruckner; Las criadas de Genet; Asesinato en la catedral de Eliot; Mame, de Jerome Lawrence, Robert Edwin Lee y música y letra de Jerry Herman; La señorita de Tacna de Vargas Llosa, entre muchas otras, además de incursionar también en el cine.

 

 

*Guadalupe Pereyra es una prestigiada periodista cultural. Trabajó en El Nacional y en Noticias de Canal 22, entre muchos medios más. 

Revista Desocupado